Me llevé un buen susto la primera vez que vi al Otro Yo. Curiosamente, él no pareció sorprenderse.
Encontré pronto las evidentes ventajas de que hubiera Otro Yo: repartiríamos el trabajo, compartiríamos las tediosas tareas del hogar. Le planteé la idea, pero me dijo que prefería no hacer nada. Pusilánime como siempre, evité discutir con él.
Con el paso del tiempo, he llegado a la conclusión de que el Otro Yo es un impostor. He trazado un plan para deshacerme de él. Sin embargo, no me decido a llevarlo a cabo: se le ve tan feliz
Microrrelato finalista del Concurs Setmanal de Microrelats Wonderland