Estoy sentado en el columpio bajo los manzanos, dejando que mis pies descalzos rocen el césped. Cierro los ojos. Al otro lado de la calle, se escucha un aspersor. Huele a hierba mojada. Comienzo a mover el columpio. Escucho un ruido. Una luz se enciende en la primera planta. Mi dormitorio. Aparece un rostro. Se escuchan unos ladridos. Lentamente, me pongo las chanclas. Se enciende la luz del recibidor. Por unos instantes estoy tentado de esperarle. De encararme con él. Quiero verle. Sin embargo, vence la razón. Camino hasta la calle. Recojo el carrito. Una de las ruedas de delante hace un ruido atroz. Me alejo de allí. De mi casa.
Microrrelato finalista del II Certamen de Microrrelatos del Día del Libro