Yaniel Guzmán, el triturador de papel, se sorprendió cuando le dijeron que le despedían. Le enfadó, le encolerizó el motivo: el ministerio había importado de Estados Unidos una imponente máquina trituradora. Durante más de tres décadas, Yaniel había triturado fervorosa, eficientemente todo tipo de papeles oficiales, periódicos, folletos, libros subversivos. Había recibido la Distinción Carlos Baliño y había sido propuesto para la Estrella de Oro del Trabajo.
Cuando ese día Yaniel llegó a su piso, contempló desencantado las decenas de libros de su biblioteca revolucionaria. Cogió una biografía de Fidel y, después de hojearla durante un rato, comenzó a cortar la primera página en finas tiras. Ni la mejor máquina yanqui conseguiría un trabajo tan fino.