jueves, 23 de julio de 2015

Asesino

Tengo miedo. Han abierto la puerta y han dejado entrar a otro asesino. Debo esconderme. Ahora mismo me está buscando. Lleno de odio, el asesino recorre los pasillos para matarme. Debo esperar. Se cansará. Bajará la guardia. Entonces tendré mi oportunidad. Ahora debo permanecer en silencio. Chis. Por allí viene. Veo la luz de la antorcha. Su sombra atroz recorre la pared. Está pasando justo al lado. Así, de cerca, parece inofensivo. Si no fuera por la espada de bronce, me abalanzaría ahora mismo sobre él. No. Debo ser cauto. Que me siga buscando. Que se canse. He perdido la cuenta de los asesinos que padre ha enviado para matarme. No entiendo por qué me trata así. ¿Qué pecado cometí para que me tenga aquí encerrado? Padre tendría que haberme arrojado por un acantilado cuando nací. Chis. Ahí está de nuevo el asesino. ¡Cómo brilla la espada! Me asusta el bronce. Cuando se hunde en la carne, duele. Ya se ha ido. Debo seguir esperando a que se duerma. Entonces, le romperé el cuello. ¡Qué deliciosa tiene que estar su carne! Por ahora, dejaré que se canse recorriendo el laberinto.