sábado, 10 de octubre de 2015

El espejo

–¿Qué es eso? –le pregunté al vendedor.

–Un espejo –me respondió.

–¿Puedo abrirlo?

–No –me dijo, arrancándomelo de las manos–. No es un espejo común. En él sólo se ve lo que no se quiere ver.

Me llamó la atención está respuesta. Le pregunté el precio. Me lo dijo. Le ofrecí la mitad. Después de regatear un poco, acabé comprándolo. 

Cuando llegué al hotel estaba tan cansada después de pasar todo el día en el zoco que lo arrojé sin abrirlo al fondo de la maleta. Luego, regresé a España. 

Al llegar, revisé todos los objetos inútiles que había ido comprando en el viaje. Me encontré con el espejo. La historia del vendedor me resultó de pronto bastante tonta. Estuve a punto de apartarlo para regalárselo a mi cuñada. Sin embargo, acabé guardándolo en el fondo de un cajón.

Han pasado muchos años. Hoy he encontrado el espejo. Me ha costado recordar su historia. Me he atrevido a abrirlo. He visto lo que no quería ver.