sábado, 11 de mayo de 2019

Papelera

Marguerite Yourcenar: “Era poeta y excusaba la mediocridad de sus rimas con las preocupaciones de las campañas”.

Narciso le da un cabezazo al espejo. Una pelea de amantes.
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–Señor Brod, su amigo Kafka le pidió que quemara todos sus manuscritos. ¿Por qué no lo hizo?
–¿Quién dice que no lo hice? Los pasé a máquina y luego los quemé.
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Hace siete años que me mordió un zombi. El muy cabrón destrozó totalmente mi brazo biónico.
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–Ya sabes que mañana al amanecer serás ejecutado. ¿Tienes un último deseo?
–Que me den un masaje. Tengo una contractura que me está matando.
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PARADOJA
El hombre bala salió disparado cuando el director del circo se negó a subirle el sueldo.
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–Eres un hijo de puta.
–No me insultes. Soy un hijo de escort.
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Perón gobierna Argentina. El país se llena de psicoanalistas.
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A Malthus le gustaba mucho el cuento del flautista de Hamelín.
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–Hágase la luz –dijo Thanos.
Y la luz se hizo.
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–Analicemos la frase: Los fascistas han acabado derrotados en las urnas y… ¿Sí, Rayan?
–Dice el profe de Historia que a los fascistas les daba igual las urnas.
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Murió colgado de las redes sociales.
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Los marcianos invadieron la Tierra hace cuatro millones de años. Y todavía siguen aquí.
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El verdugo disfruta con su trabajo. Lástima que no pueda llevárselo a casa.
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–Analicemos la frase: Los fascistas han acabado derrotados en las urnas y… ¿Sí, Rayan?
–¿A los fascistas se les puede derrotar en las urnas?
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Sortearon un obstáculo. Me tocó a mí.
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–¿Por qué abofeteaste al mago?
–Me dijo que iba a echarme un polvo mágico.
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–Voy a serte sincero: soy un asesino a sueldo.
–Pues yo voy a serte franca: soy una policía de incógnito.
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El asesino detestaba la imagen que la gente tenía de él. Se colocó enfrente del espejo, sacó la pistola y disparó. Los cristales cayeron al suelo. Ya no tendría que mirarse.
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–¿Qué es ese libro?
–¿Libro? Esto es un teletransportador.
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Su madre le había dicho que cualquiera que le ofreciera golosinas era un monstruo. Irenita denunció a su abuela cuando ésta le dio un caramelo.
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–¿Quesada?
–Sí, presidente.
–Han aparecido unas extrañas palabras en la pared de mi despacho.
–¿Qué palabras, presidente?
–Mené, mené, tekel y parsín.
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Londres, 1888. Cuando Marianne Hugh, prostituta, vio a su cliente sacar un cuchillo, ella sacó la pequeña pistola que guardaba en el bolso y le descerrajó un tiro. Después de quitarle la cartera, arrojó su cadáver al Támesis.
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Entró en el banco con una pistola. Salió con unas esposas.
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Quetzalcóatl ha regresado, pero ¿dónde están los aztecas?
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Al doctor James Sheppard no le sorprendió nada descubrir quién era el asesino de Roger Ackroyd.
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ATRACO
Nervioso, entró en el banco con una pistola oculta entre la ropa. Salió con una hipoteca variable a treinta años y dos seguros de vida.
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ATRACO
Desesperado, entró en el banco con una pistola oculta entre la ropa. Salió con un préstamo personal al 18 % (19,56 % TAE) pagadero en tres años.
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Me muero por verte, Medusa.
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De repente, miro los caramelos. ¿Qué demonios estoy haciendo? ¡Soy un monstruo! Le gritó a la niña que se aleje de mí.
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Esquilo estaba pensando que el águila era símbolo de realeza, de poder, de imperio, cuando una dejó caer una tortuga sobre su cabeza y le dejó descalabrado.
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¡Qué bien tratamos a algunos muertos que fueron unos vivos!
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–Tuve un indicio claro de que era animalista.
–¿Cuál?
–No sabía romper un huevo.
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–Toma, Judas. El pan y el vino.
–No, no, yo sólo cenaré un yogur. Estoy a dieta.
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–¿Quieres que te haga el salto del tigre?
–Pero ¿qué quieres, aplastarme? Tú eres un hipopótamo.
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Cristóbal Colón (Génova, 1506 – Océano Atlántico, 1492). Tejedor y comerciante genovés. Propuso a los Reyes Católicos navegar a las Indias. Durante la travesía, los marineros advirtieron que no sabía manejar un cuadrante, por lo que se amotinaron. Colón fue abandonado en una barca en medio del Atlántico.
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–¡Mierda!
–Mierda, no. Me llamo muerte.
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Finalmente, K. consiguió entrar en el castillo. Lleva veinticinco años tratando de salir.
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Cuando la mariposa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró convertida en un filósofo de la antigua China.
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–¿Quién es ese que está corriendo en el parque?
–Un iluso que cree que va a cobrar pensión.
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Mi árbol genealógico está muerto.
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–Khaleesi, ha ocurrido un incidente terrible.
–¿Qué ha pasado, Missandei?
–El dragón se ha tragado a Tyrion Lannister.
–¡Pobre! Haz que le den dos o tres ovejas para quitarle el mal sabor de boca.
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Un martes de mayo, de cuya fecha no quiero acordarme, perdí el manuscrito del Quijote en el alcaná de Toledo. Tres meses después, un maldito idólatra llamado Cervantes lo publicó como si fuera suyo.
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Esta prostituta escondía una pequeña pistola en el bolso. Mala suerte, Jack.
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Intimidado, entras en el baño. Subes la pesada tapa del váter. Consigues desabrocharte los pantalones. Te sientas. Terminas. Casi no llegas al papel. Te limpias. Pulsas la cisterna. Te pones bien los pantalones. Mamá estará orgullosa. Lo conseguiste por ti mismo.
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Era tan cabezón que los jíbaros le dejaron por imposible.
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Me queda un regusto amargo en la boca. Logré encontrar el punto G de Laura. Lo que no sospechaba es que aquel sitio estaba tan húmedo.
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Era adorador de Príapo y, naturalmente, soltero.
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De mayor quiero ser niño.
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–¿Qué indicio te llevó a la conclusión de que no te quería?
–Me denunció a la policía por acoso.
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Su último intento de suicidio acabó en una vía muerta.
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Lo peor no fue ser atropellado por un coche Hot Wheels, sino por el modelo Volkswagen Golf.
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–¿Qué animal anda por la mañana sobre cuatro pies, sobre dos al mediodía y sobre tres por la tarde?
–El delfín –respondió Edipo, al que no le gustaban las mujeres mayores.
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Tuvieron que cambiar la línea de investigación cuando la víctima se levantó, se limpió el polvo con la mano y se fue.
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DEUTSCHES REQUIEM
Me queda un regusto amargo en la boca. No es por la derrota de Alemania: hemos demostrado que no somos una raza digna; los eslavos soviéticos y los mestizos americanos nos han derrotado. Me siento mal porque no logramos eliminar a todos los judíos. Ellos nos han sobrevivido…
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Acabada la guerra fría, el planeta sufre otro problema: el calentamiento global.
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Después de siglos de vagabundeo, quería encontrar lo que él llamaba armonía. Una mañana, dejó que la luz del sol le acariciara. Tuvo la sensación de que la piel le ardía. Resistió con una sonrisa. El conde, por fin, pudo morir.
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Aunque animalista, no criaba cuervos.
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–Pero ¿cómo pudo atropellar a Jack el Gigante?
–Se cruzó por mitad de la calle y no lo vi.
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Marcio Rutilo Censorino censuró al pueblo que lo había nombrado censor por segunda vez.
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Le entró tanta depresión por no encontrar trabajo en Navidad que no paró de comer durante dos semanas. Cuando llegó enero, consiguió que la llamaran para trabajar como modelo curvy.
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Parkinson: “Cualquier organización que es perfecta está al borde del colapso”.
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Un martes de mayo, de cuya fecha no quiero acordarme, me encerraron en la prisión de Argamasilla de Alba. Pedí pluma, tinta y papel. Escribí algo sorprendente.
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Los selenitas se comportaron como unos lunáticos.
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–¿Y qué indicio te llevó a pensar que no te amaba?
–Para mí cumpleaños me regaló Agua de Sevilla.
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Le denuncié por acoso. El muy idiota persistió: no supo ver el indicio.
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Esta mañana he enterrado a mi marido. Hasta que no terminé de cubrirlo de tierra, el muy cabrón no paró de gritar.
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Esta noche tengo una cita con el conde. Le he preparado una sorpresa: me he echado wasabi por todo el cuello.
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METICULOSIDAD
El pianista pasó una semana ensayando 4’33’’.
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Aquella puerta con los goznes oxidados me sacaba de quicio.
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Subí a un taxi que había en la parada de la estación.
–A García García, 36 –dije.
El taxista subió por Gaztelugache. Cruzó Montepío. Tomó velocidad. Iba a decirle que estaba dando un rodeo innecesario, cuando el vehículo comenzó a ascender. Menos mal que las puertas no estaban bloqueadas. Salté. El golpe fue fenomenal. Me abrí la cabeza y me rompí las dos piernas, un brazo y cinco costillas, pero conseguí sobrevivir. A saber dónde me quería llevar aquel filibustero.
Desde entonces, amigos, siempre utilizó los VTC.
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Me queda un regusto amargo en la boca después de haberme comido las mentiras de mi marido.
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Él quería llamarle Hugo; ella, Daniel. Como no se ponían de acuerdo, lo dieron en adopción.
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Desdémona soltaba tantos gallos que el público aplaudió a Otelo cuando la ahogó.
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El secretario les dijo a los embajadores alienígenas que el presidente no tendría un hueco libre en su agenda hasta dentro de tres meses.
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JUICIO SALOMÓNICO
Él quería llamar a su hijo Carlos Andrés; ella, Antonio Carlos. Salomón dictaminó que lo llamaran Carlos Carlos.
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–¿Qué ha sido ese ruido, Holmes?
–Elemental, querido Watson. Un indicio de que tenemos que ir a comer.
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–Hallé indicios de que no me amaba.
–¿Como cuáles?
–Siempre se dejaba subida la tapa del váter.
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El ególatra no soporta que se metan con él diciéndole que no cree en nada.
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¡Tremendo error! Medusa se hace un selfi.
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El animalista contó ovejas para dormir. Fue una pesadilla.
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Me queda un regusto amargo en la boca. Le he gritado al director, pero no he conseguido decirle todo lo que quería decirle.
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El día que vuelvan a la vida las momias egipcias van a descubrir algo terrible: son pobres.
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Por supuesto que Hannibel Lecter nunca le hincará el diente a Clarice. La colonia que ésta usa le da asco.
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Juan de Benavides perdió la flota de Indias y la cabeza.
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–¿Qué pasó con Oreshkin?
–Murió durante la Guerra Fría.
–No me extraña. Siempre iba en camisa.
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–Catalina, me han dicho que tu sobrino ha sentado la cabeza.
–Sí, Leonor, eso de robar no estaba bien. Rodrigo ha conseguido un trabajo para toda la vida.
–Ah, ¡qué bien! ¿Dónde?
–En los galeones del rey, como galeote.
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Me queda un regusto amargo en la boca. No he conseguido escribir un microcuento decente para la XII Edición de Relatos en Cadena.
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REVOLUCIÓN JAPONESA
Enfurecidos, se echaron a las calles de Tokio cuando tuvieron noticia del decreto. Ni la policía pudo controlar la fuerza de los trabajadores. El gobierno tuvo que recular. La jornada ordinaria de trabajo seguiría siendo de setenta horas semanales.
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Para levantar el cadáver de Gulliver, los liliputienses tuvieron que pedir ayuda a los habitantes de Brobdingnag.
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–Esta sopa tiene un sabor raro.
–Utilicé un bote que encontré ayer en el mueble bar.
–¡Aaaggg!
–¿Qué pasa?
–¡Eran las cenizas del tío Gúmer!
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Se pone de parto. Tiene un dilema. ¿Llamas a un taxi o a un VTC?
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Hatuey no quiso bautizarse y fue al infierno. Lo encontró lleno de castellanos.
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–¿Cómo sabías que era animalista?
–Tenía pinta de no haber roto nunca un huevo.
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Fui a la entrevista un lunes. No, no era lunes, sino martes. Y no fue una entrevista, sino un interrogatorio. Pero conseguí trabajo: en la cárcel.
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Esa noche, yo toqué a la que tocaba el ukelele, pero no conseguí sacarle ningún sonido.
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Nadie me lee, indicio claro de que voy camino de convertirme en un escritor de culto.
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Me queda un regusto amargo en la boca. Resulta que la cita a ciegas ha sido un completo fracaso. Catalina era todo hueso. Me he tenido que limitar a hacer una sopa con ella.
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Nadie me calumnia, indicio claro de que nadie me hace caso.
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Me queda un regusto amargo en la boca después de comerme a Marcus, mi vecino. ¿Quién me arreglará la cisterna la próxima vez que comience a gotear?
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Ni la policía pudo controlar la fuerza de los trabajadores. El gobierno tuvo que ceder. Subiría la jornada semanal a ochenta horas y, por lo tanto, los trabajadores conseguirían su principal reivindicación: doblar su sueldo.
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QUÉ MAL ME SIENTO
Me queda un regusto amargo en la boca. En el asunto de Marcos, no hice lo suficiente. Perdió el trabajo por extraviar los documentos de la fusión con Frogsa. Tuvo un accidente con el coche porque le fallaron los frenos. Sin embargo, no conseguí que se divorciara de Mónica. Considero que he fracasado.
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–A ver, Siláyev, ¿quién diablos ha pedido una tuneladora?
–El forense que está haciendo la autopsia del gigante que apareció muerto en la calle Kukarka.
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Fui a la entrevista un lunes. Desgraciadamente, todavía me duraba la resaca del fin de semana.
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El deseo se le encendió cuando vio los colores de la primavera iluminando el rostro de la joven. Se acercó a sus labios, pero no fue más allá. Llegó de repente el amanecer. El conde tuvo que esbozar una excusa y salir disparado.
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–Llevamos cuarenta años modernizando el país.
–Indicio claro de que no lo estáis modernizando.
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El asesino analfabeto firmaba sus asesinatos con una cruz.
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–Señor Warner, ha habido un accidente durante el rodaje de El gigante amable.
–¿Qué ha pasado?
–Un conductor despistado ha atropellado al gigante y ha destrozado la cámara.
–¡Maldición! La Kodak Six-35 cuesta 20.000 dólares. Llame a mi abogado. A ese conductor se le va a caer el pelo.
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Me queda un regusto amargo en la boca. El segundo plato estaba exquisito. La carne estaba tierna y jugosa. Sin embargo, el primero estaba malísimo. La carne estaba un poco pasada. En definitiva, me tenía que haber comido sólo a Caperucita, no a su abuela.
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Han pasado los siglos, los regímenes, las fronteras. Los corruptos siguen siendo siempre eternos.
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Miguel de Cervantes no tenía mucha mano izquierda.
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–¿Por qué tocas el ukelele?
–Vivo en un piso minúsculo.
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Fui a la entrevista un lunes. Me dijeron que estaba citada para el martes.
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Me queda un regusto amargo en la boca. Esto de limpiarse la boca con orines no sé si es una buena idea.
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Hoy estoy contento: Carlos, Juan y Marcelo han dejado que juegue con ellos. Durante años no han parado de meterse conmigo, de burlarse de mí, de pegarme incluso. Sin embargo, hoy me han dicho que están muy arrepentidos de la forma en la que me han tratado y me han preguntando si quería jugar al escondite con ellos. Por supuesto que quería. Le tocaba buscar a Marcelo. Mientras contaba hasta cincuenta, me escondí aquí, detrás del seto. Todavía no me ha encontrado. Y ya han pasado casi siete horas.
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RT-47, autómata de placer, quebró a su pesar la primera ley de la robótica. Le rompió el corazón a su amo, Runihura Hazika.
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Sorteó un problema. Le tocó a un señor de Guadalajara.
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Fue una hazaña matar al gigante. Sin embargo, deshacerse de su cuerpo fue una proeza aún mayor. Tardaron dos meses en cubrir su cuerpo de tierra. Los árboles que plantaron en aquella colina crecieron gigantescos.
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Tuvieron que suspender el rodaje de Handia. Un coche se metió en medio del rodaje.
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Me cubrí totalmente de wasabi. El zombi que me mordiera lo iba a pasar realmente mal.
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El programa de protección envía a todos los testigos al pasado, donde no puedan encontrarlos. Exactamente a Hiroshima, la mañana del 6 de agosto de 1945.
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Milena Kafková (Praga, 1896 – Nueva York, 1978). Escritora, periodista y traductora checa. Se casó con el escritor Franz Kafka. Cuando los nazis invadieron Checoslovaquia, huyeron a Estados Unidos. Tras la muerte de su marido, se encargó de su legado. Fue la editora de la obra póstuma de su marido, los cuentos de El silencio de las sirenas. Según algunos estudiosos de la obra de Kafka, su mujer destruyó diarios, cartas y varias novelas inéditas de éste.