Subió los diez pisos hasta la azotea. Al llegar arriba, murió de un ataque al corazón. La compañía de seguros no se dejó engañar. Después de estudiar los hábitos alimentarios del difunto, concluyó que se había tratado de un suicidio.
Su viuda tuvo que encargarse de seguir dando de comer a las palomas.