sábado, 20 de febrero de 2021

Papelera

 André Previn: "Si dejo de practicar un día, me doy cuenta. Si lo dejo dos días, mi representante se da cuenta. Si lo dejo tres días, mi público se da cuenta".

–Camino, corro, trato de dejarlos atrás, pero no lo logro. Ahí siguen.
–¿Quién sigue ahí?
–Esos kilos.
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EL COLMO
Mata Hari no era una Mata Hari.
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POLICÍA AMBIENTAL
–Un vecino le ha denunciado porque usted ha puesto dos lavadoras en menos de una semana.
–Sí, es cierto.
–¿Lo admite?
–Sí.
–¿Y qué puede decir en su defensa?
–Llevaba lloviendo más de diez días.
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Perdió una pelota de partido. Un espectador se la escondió debajo del jersey.
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En la noche 444.570, Scheherezade contó la historia del príncipe que ordenó matar y desmembrar al periodista que le había criticado.
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Destruyeron la Bastilla, así que, faltando una prisión donde encerrarlos, hubo que guillotinar a los presos políticos.
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HOMÉRICO
Pico della Mirandola raptó a la mujer que amaba.
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LOMLOE
Todos los alumnos y todas las alumnas deberán de estudiar.
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La policía secreta vino a su casa para interrogarle. ¿Por qué había echado la cortinilla de la cabina de votación?
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EL ZORRO Y LAS UVAS
El coyote decidió que no merecía la pena atrapar al correcaminos: era todo hueso.
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Los de aquel fondo buitre eran unos pájaros.
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El elefante se dio un trompazo. Le dolió de narices.
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Antes de saltar desde la azotea, puso el móvil en modo avión.
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Una noche, borracho, se tatuó un microcuento de Monterroso. Cuando despertó, el tatuaje todavía estaba allí.
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Durante el confinamiento vio mucho sexo. Se hizo adicto al programa Reproducción animal del canal Natura.
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El invierno fue tan frío que apenas si vendió una decena de ejemplares de su libro El calentamiento global.
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–Ojalá acabe usted en el infierno.
–Que sea lo que Dios quiera. Pero, si acabo en el infierno, no estaré tan triste: me encontraré allí con usted.
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El conde no entiende por qué todo el mundo se vuelve loco allí dentro. A él no le ha costado salir del laberinto de espejos.
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Llevaba años practicando un deporte de riesgo: veía fútbol repantigado en el sillón mientras bebía cerveza y comía pizza.
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Fue ganando peso en el sindicato. Demasiadas comilonas.
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–¿Por qué no despides a tu secretario?
–¿Despedirle? Gracias a él estoy desarrollando una paciencia infinita.
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La cabra devoró más libros que la rata, pero todos seguían considerándola una loca.
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Ayer enterró a su marido. Hoy está preocupada: ¿no debería haber cavado un agujero más profundo para evitar que las alimañas desentierren el cadáver?
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El reguetón inclusivo y el rock cristiano.
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Desde que se casó ya no necesita buscar chivos expiatorios.
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Cuando va a levantarse, sólo encuentra una zapatilla. Busca la otra pero es imposible dar con ella. Se empieza a poner nervioso, hasta que recuerda que sólo tiene una pierna.
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–¿Qué artículo estás leyendo?
–No tendrás nada y serás feliz.
–Ah, sobre Diógenes, ¿no?
–No. Sobre el Foro Económico Mundial.
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El castillo de arena estaba muy cerca de la orilla. El policía, sin hacer caso de las lágrimas del niño, lo derribó de una patada.
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Mi marido me dijo que iba a comprar tabaco. Lo que me preocupa no es que no fue, sino que no se llevó la mascarilla.
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–Sí.
–…
–No.
–…
–¿Sí? No.
–…
–¿No?
–…
–Sí, sí.
–…
–Nooooo.
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Cambiaron de táctica. Ya que su hijo no quería irse de casa, se la regalaron y se mudaron a un piso de alquiler.
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PARADOX
The gorilla was a silver fox.
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–¿Qué le pasa a Chelo?
–¿Se le han atragantado las suites de Bach?
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La crema antiarrugas que mi ex se dejó va muy bien para atrapar los mosquitos.
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Lope logró el aplauso del vulgo y el desprecio de los historiadores de la literatura.
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EL COLMO
El atracador tuvo que pagarle una comisión de tres euros al cajero.
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NUEVA NORMALIDAD
La funeraria decidió hacer fijos a los dos trabajadores que contrató en marzo.
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Habían esperado que acabara aquella maldita pesadilla, la pandemia. Por fin, después de dos largos años, podían celebrar el carnaval. No fue extraño que todos acudieran a cara descubierta al baile de máscaras.
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Hermann pensaba que su hijo Franz era una especie de cucaracha.
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Dios, al que le gusta el azar, juega a los dados. La Muerte prefiere el ajedrez.
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Su vecina le pidió ayuda para descolgar las cortinas. Luego, que arreglara la cisterna. En mayo le preguntó dónde quería ir de vacaciones.
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–¿Y de qué viven los antisistema?
–Del sistema.
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–Entonces, ¿no te dejaste seducir por los cantos de sirena?
–No, claro que no.
–¿Y por qué tardaste diez años en regresar de Troya?
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–Jaque mate.
–Iluso. Yo nunca puedo perder –dijo la Muerte, que preparó la guadaña.
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EL COLMO
Para sustituir a Santiago Abascal se ha organizado una competición de voxeo.
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–Mi sobrino es una especie de mono.
–Pues mejor no te preguntó por tu cuñado.
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ABSURDO
–Nos rendimos.
–Nosotros también.
–Nosotros lo hemos dicho antes.
–Pero nosotros somos más.
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Aquí estoy, camino de la consulta del psiquiatra, con otra persona dentro de mí.
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Estaba orgullosa de su hijo. Era de otra especie. Golpeaba piedras.
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El caballero no sabía jugar al ajedrez, así que propuso resolver el asunto en un duelo a espada.
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Jugaba al ajedrez con su carcelero. Consiguió salir por buen comportamiento.
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HERD FRIGHTFULNESS
They saw the wolf.
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Léopold Sédar Senghor escribía versos blancos.
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Está en una cola del hambre. Lleva una cazadora North Face.
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Mi vecina es una sosa. Ya van tres veces, en dos semanas, que viene a pedirme sal.
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Desperté de la siesta a mi mujer. Habría sido menos peligroso despertar a una osa de su hibernación.
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EL COLMO
Acusaron al ajedrecista ruso de apropiación cultural por jugar con negras.
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A Teseo no le extrañó que a Ariadna le gustara pegar hebra.
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Carlos de Habsburgo se castellanizó completamente. Cuando cumplió cincuenta años, ya sólo pensaba en la jubilación anticipada.
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Mientras la hormiga no paraba de trabajar, la cigarra cantaba loas al Gobierno y, por supuesto, acabó pasando un invierno muy regalado.
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Sabiendo que tenía que llegar el indulto, retó a una partida de ajedrez al alcaide. No sospechaba que éste tuviera tan mal perder.
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In dubio pro CEO.
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A mí no me engañas. Este café no estaba envenena
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Las viejas cortinas se convirtieron en un vestido. El viejo vestido se transformó en camisa. Con la vieja camisa hizo paños de mano.
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Para su asombro, aquel muchacho era un auténtico genio del ajedrez. Le dio un balance para que interpretara los estados financieros.
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Se enfadó cuando su rival se dio por vencido. No, no. Si protegía la torre sacrificando el alfil, podría haber logrado tablas.
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Águeda ve a Lucía poner una vela a San Judas. La ve rezar durante un buen rato. Cuando Lucía se va, Águeda se acerca al altar de San Judas y apaga la vela.
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–Imagínate que encuentras al amor de tu vida y no le gustan los gatos.
–Entonces no es el amor de mi vida.
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El Izan raptó a la Lore, como Pico della Mirandola.
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Cuando el Gobierno permitió quitarse la mascarilla, el impostor tuvo que volver a ponerse la máscara.
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Me obligó a descalzarme al entrar. Me pidió que no moviera nada. Me dijo que no tocara las cortinas. Cuando fue al baño, salí huyendo.
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Dice el inspector que mi clase es una comedia. Le chocó que en los altavoces sonara reguetón. Le asombró que dejara a los alumnos utilizar el móvil. Le dejó pasmado que no hubieran oído hablar de Covadonga o de Las Navas de Tolosa, que no supieran quiénes eran Jaime I y Fernando III. Sólo hubo algo que no le sorprendió: que los alumnos me consideraran el mejor profesor que habían tenido jamás.
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Ella descorrió las cortinas. El conde tuvo un despertar abrupto.
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El peón blanco estaba a dos casillas de coronar. Celosa, la reina blanca no le protegió.
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Le gustaba reescribir al amor de la lumbre y, sobre todo, al acabar, arrojar todo al fuego.
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Puso en el baño unas cortinas con la tabla periódica, pero no tuvo éxito: su hijo se matriculó en el Bachillerato de Letras.
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Ocurrió una desgracia: la Muerte se comió un alfil y se atragantó.
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El hombre lobo era un lobo para el hombre.
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Cambió todas las cortinas para que hicieran juego con el vestido verde que iba a llevar la idiota de madame Lussan. El gasto valió la pena.
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En el funeral, su mujer nos contó que Iván Ilich se había hecho daño colocando las cortinas. Todos pudimos ver que estaban torcidas.
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EL COLMO
El incendiario trató de esconderse detrás de una cortina de humo.
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–¿Qué hacía usted detrás de las cortinas?
–¿Es que no estaba claro? Esconderme.
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A silver fox? That gorilla?
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Las cortinas del probador no cerraban bien. Pero eso no le importaba a Lorenzo. Por lo menos allí la policía no podría acusarle de nada.
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Ya que cambiar de cortinas no la dejaba contenta del todo, cambió de marido.
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Fue un regalo caído del cielo. Le entregaron a los alemanes a cambio de comida. Con el paracaídas hicieron unas bellas cortinas.
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Las cortinas de aquella casa eran tan horribles que echaban atrás a todos los ladrones.
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EL COLMO
Harto de coronavirus, de restricciones, de la dichosa mascarilla, se fue a Wuhan.
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Me pidieron que les diera mis hijos a la patria. Decidí matarles yo misma.
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Estaba ahíto después de devorar a seis efebos y siete doncellas. A Teseo le resultó fácil matarle.
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Odiaba el 14 de febrero. No tenía pareja ni amigos, pero ahí estaba una postal sin remitente del Puente de las Artes. París lucía tan lejano ahora. En el reverso, con letra desconocida, aparecían su nombre, dirección y sólo un mensaje: “Rendez-vous. 30 de febrero”. Esta Dalí, desde que se había unido a los surrealistas, era muy guasón.
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–Este domingo es San Valentín.
–¿Ya?
–Sí. ¿Sabes lo que tienes que hacer?
–Claro. Quitar los adornos navideños.
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El nuevo régimen argumentó que prohibía las cortinas por ser un elemento de decadencia burgués.
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–Soy político en ejercicio.
–¿No me estarás mintiendo?
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Todos se reían de él cuando aseguraba que sería inmortal. Pero supieron que había logrado su objetivo cuando escucharon que había quemado el templo de Artemisa en Éfeso.
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GRAN HERMANO
El emperador Fang prohibió las contraventanas y las cortinas.
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–Tú eres una especie de tarugo, ¿no?
–No. Según mi profe de Biología soy un homínido.
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AUTOBIOGRAFÍA DE AGATHA CHRISTIE
Me levantaba todos los días temprano. Después de desayunar, me pasaba toda la mañana escribiendo. Luego comía. Escribía durante toda la tarde. Cenaba y me acostaba. De vez en cuando hacía un viaje. Siempre estaba en la habitación o en el camarote escribiendo.
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Era rarito, de una especie de extinción. Y, claro, su novia era de Greenpeace.
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Cuando el presidente comenzó a hablar de la corrupción del anterior gobierno, comprendieron que ya estaba otra vez con las cortinas de humo.
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–Cupido, ¿amas algo?
–Los arcos.
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Le llevé a casa, para que pasara la prueba. No la pasó. Plutón le desgarró la piel a Luis, que se marchó con cajas destempladas. ¡Qué pena! Era tan guapo. Como esto siga así, voy a quedarme soltera toda la vida.
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Cerró los ojos, pidió un deseo y sopló. Cuando volvió a abrir los ojos, descubrió que su deseo no se había cumplido: a la tarta no le faltaba ni una sola vela.
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Cuando nos casamos, le dije que había que poner cortinas en el dormitorio. Bien sabía yo que en el bloque había muchos mirones.
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–Mi mujer y yo discutimos por unas cortinas.
–¿Y cómo fue eso?
–No le gustaba que me escondiera detrás para espiar la vecina de enfrente.
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Diógenes empezó tirando las cortinas.
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–¿Ha dicho algo el cadáver? 
–¿Sí?
–Ah, ¿sí? ¿Qué?
–Ni idea. Habla en alemán.
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–Hoy es el día de los enamorados. ¿Le vas a regalar algo a tu mujer?
–¿Qué quieres que le regale? Tú mismo lo has dicho: hoy es el día de los enamorados.
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Los miserables estaban hambrientos. El Gobierno tuvo que darles a comer wifi.
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Nosotros les enviamos personal sanitario y ellos, virus
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–El padre de mi novia quiere darme su mano.
–Aceptaste, ¿no?
–Qué voy a aceptar. Le he dicho que o me da a toda su hija o no hay trato.
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Llamé Martes a mi caballo blanco. Ella llamó Trece a su corcel negro. Nunca cabalgamos juntos.
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Era tan despistado que se arreglaba siempre que iba a tirar la basura: no quería acabar él mismo en el contenedor.
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El conde se sentía famélico. Esa semana perdió tres suscriptores de su cuenta de OnlyFans.
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Las cortinas no paraban de agitarse durante toda la noche. Tuvieron que comprarle unas sábanas.
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2023. Pedro Sánchez da un mitin en Jaén. Llegan diez autobuses de Córdoba.
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Puso unas cortinas en la pared. Así se hacía la ilusión de que allí había una ventana.
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Cenicienta se enamoró del chambelán.
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Llegó tarde veinte minutos. Creí que era una especie de prueba. Pero no. Ella era una especie de retrasada.
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Tengo un gran pasado por delante.
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–¿Qué es ese papel?
–La factura eléctrica.
–¿Qué tal este mes?
–¿Tenemos velas?
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Llamé Martes a mi caballo blanco. Esperaba que corriera más que Viernes, que era un perezoso, que Domingo, que no servía para nada, y que Lunes, que nació cansado.
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Estamos entre las veinte mejores democracias del mundo y entre las cinco primeras dedocracias.
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Contempló el movimiento de su rival: P2R. ¿Qué hacer? Visualizó la partida entera. Comprendió que acabaría perdiendo. Derribó su rey.
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Después del enroque del rey, les costó dos años echarle del trono.