jueves, 25 de marzo de 2021

Papelera

Quim Monzó: “Ahora sabía que mientras más líneas escribiese más seguro se sentiría”.

–Le regalé a mi marido una cortadora de césped que encontré en eBay.
–Pero si no tenéis césped.
–Eso me dijo él.
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De niño, cuando jugaban a policías y ladrones, siempre elegía ser ladrón. Ahora es un policía de éxito: sabe cómo piensan los ladrones.
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Me preguntó cuánto ganaba. Se lo dije. Sacó la calculadora e hizo varios cálculos. Me insinuó que no podía salir con alguien que cobrara un 15 % menos que ella. Le conté que pronto recibiría otro trienio. Entonces aceptó tener una segunda cita.
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–¿Quién se ha llevado mi queso?
–Yo, no. Tengo intolerancia a la lactosa.
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–¿Te gusta?
–¿No trae tique regalo?
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Después de leer La Araucana, el joven Miguel de Cervantes vino a perder el juicio, se fue a Italia y se alistó en los tercios.
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Cada vez que visita al psiquiatra, le encuentra nuevos complejos y traumas. Ha decidido no volver más.
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Cuando se trata de valorar las cualidades de su hijo, Marco Aurelio se convierte en un cínico.
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Los soldados de Herodes mataron al hijo de José y María. Daba igual porque, casi cuarenta años después, Saulo de Tarso inventó una biografía apócrifa de Jesús.
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Troya arde. Los aqueos cantan victoria. ¿Victoria? Más de mil barcos llegaron a las costas de la Tróade, pero poco más de cien regresarán a Grecia.
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Cuando iba a morir, la película de su vida empezó a pasar por delante de sus ojos. Le pareció tan interesante que decidió seguir viviendo.
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EPITAFIO
Y pensar que yo defendía la vacuna de AstraZeneca.
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EL FIN DE LA TERCERA GUERRA MUNDIAL
La última bomba atómica cayó a cien kilómetros de Nueva Delhi, pero daba igual porque ya no quedaba nadie con vida.
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Ayer mi mujer me preparó una comida especial, tan especial que pasé una hora limpiando la cocina.
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–Houston, tenemos un problema.
–Pues piensen una solución, chicos, y buena suerte.
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–¿Vemos una peli de Woody Allen?
–No me gusta el humor negro.
–Pero si Woody Allen es judío.
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Era el último hombre sobre la Tierra y está enfadado porque aún no ha llegado el repartidor de Deliveroo.
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–¿Qué crees que son más importantes, los principios o los intereses?
–Los principios, por supuesto.
–Ah, ¿sí? ¿Y cuáles son tus principios?
–En realidad, yo sólo tengo un solo principio: poner por delante de todo mi propio interés.
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Estoy de acuerdo con la teoría de que el capitalismo es el responsable de todos los males actuales. Por ejemplo, el capitalismo tiene la culpa de que Laura no quiera saber nada de mí, que soy un pobre diablo.
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Observó el mapa de Toscanelli. Al oeste de las Azores había una criatura de aspecto terrorífico. Para no toparse con ella, Colón ordenó poner rumbo sudoeste.
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Aladino se quedó turulato cuando el genio le dijo que le concedía medio deseo.
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El médium citó a Borges.
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–¿Puedo decir mis últimas palabras?
–Pero, hombre, ¿no ve que está lloviendo y hace frío?
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De tanto leer memoriales y arbitrios, Alonso Quijano vino a perder la cabeza y acabó escribiéndole una carta al rey en la que le proponía soluciones a todos los problemas de la monarquía.
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Menelao se ha fugado con Paris. Agamenón no sabe qué hacer.
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El ornitomántico lee lo que se dice en Twitter.
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El cazador le cuenta a su mujer que un león ha estado a punto de atraparle; menos mal que pudo subirse a un árbol. Ha perdido el arco y las flechas. Por supuesto, no le dice que realmente ha estado en una cueva pintando bisontes. El cazador le cuenta a su mujer el primer cuento.
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La dietista estaba gordita.
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Asustado, entré en San Marcos. Me arrodillé frente a la imagen del santo, cerré los ojos y oré para expulsar al Viyi. Cuando abrí los ojos, advertí que la talla del santo había desaparecido y que en su lugar se encontraba una criatura que me miraba sonriente. 
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–Murió en una montaña rusa.
–¿Cómo fue?
–Le atacó un oso.
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#NOALPLAGIO
Las pruebas eran irrefutables: había copiado cuentos indios, persas y caldeos. El sultán no vaciló. Ordenó que le cortaran la cabeza a Scheherezade.
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EL COLMO
Tuvo que esperar a poder mover la pierna dormida para irse a dormir.
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Con el humor negro le daba color a su vida.
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Los misioneros le explican en qué consiste la eucaristía.
–¡Salvajes! –exclama el caníbal.
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I. D. A.
¿Las siglas imprimen carácter?
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–Me han dicho que tu novia es una osa.
–Uñosa. Mi novia es uñosa.
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El infierno se congeló. Hubo que hacer algunas modificaciones en la Biblia.
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Siempre me lo encontraba en todos los funerales, así que, cuando no le vi en aquel, descubrí que era el suyo.
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El náufrago tenía una botella, papel, un lápiz y síndrome de Bartleby.
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EL COLMO
La paloma de la paz le soltó un picotazo.
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–¿Me puede decir dónde está el café?
–Al lado del pan.
–¿Y dónde está el pan?
–Al lado del café.
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En realidad, no era Chuang Tzu que soñaba que era una mariposa, ni una mariposa que soñaba que era Chuang Tzu. Era Chuang Tzu que, después de un sueño intranquilo, apareció encima de su lecho convertido en una gigantesca mariposa.
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–Emergencias. Dígame.
–Mi marido se ha desvanecido.
–¿Hace mucho?
–Cinco minutos.
–¿Cinco minutos? Debería esperar cuarenta y ocho horas.
–¿Y no podrían enviar a nadie?
–Si se queda más tranquila. A ver, me puede decir su nombre.
–Claudette, Claudette Houdini.
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LAS RAZONES DE JUDAS
Nos  dijo que comiéramos de su carne y bebiéramos de su sangre. Había perdido la cabeza.
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–Adán, ¿te hace efecto la manzana?
–Ya lo creo. Acabo de descubrir que hay algo que se llama ley de gravitación universal.
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CONTRAFACTUAL
Logró quedarse con varios miles de ducados. Compró una casa y varias miles de cuerdas de buena tierra de labor. No escribió el Quijote.
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La velada fue agradable y la noche de bodas, larga. Se despierta tarde. Se sorprende de no encontrar a su nueva esposa. ¿Dónde estará? El ministro de Justicia le dice que no tiene por qué preocuparse. Anticipándose a sus deseos, Scheherezade ha sido ejecutada al amanecer.
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Consiguió el déficit cero.
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QUÉ DECEPCIÓN
–Viajé en el tiempo para descubrir quién escribió las obras de Shakespeare.
–¿Y quién las escribió?
–Shakespeare.
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No dejaré a nadie más colgado. Al próximo lo enterraré en el bosque.
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Cuando desperté, Marina se había ido, pero me dejó clavado un cuchillo en la espalda.
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Miró a la princesa, que no le pareció tan guapa, y al dragón, que era enorme, y decidió dar media vuelta.
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¿A qué estás jugando, a ser un pistolero? Muy mal, muy mal. ¿Quién te ha regalado esas pistolas? Seguro que tu tío Enrique. Tu tío no sabe que no queremos armas en casa, aunque sean de juguete. Tienes que soltar esa pistola. Los pistoleros eran gente poco recomendable. Jugaban, bebían y andaban disparando a todo el mundo. Tú tienes que jugar a ser abogado. Mira: un abogado del Oeste. Los abogados del Oeste ayudaban a todo el mundo. Ayudaban a los pastores contra las injusticias de los grandes ganaderos, que contrataban a pistoleros para acabar con ellos. Ayudaban a los indios contra los abusos de los hombres blancos. Ayudaban incluso a los pistoleros. Les decían a los jueces que la infancia del pistolero al que defienden había sido difícil: creció rodeado de armas y su padre nunca les dijo que éstas eran malas. El abogado del Oeste adquiere fama. Del pueblo pasa a la capital del estado. Se presenta a las elecciones. Se convierte en congresista. Se presenta al Senado. Siempre preocupado de ayudar a los más desvalidos. Sin olvidar de dónde ha salido. Pero, hijo, ¿qué haces con la pistola? No, no me apuntes. Ni se te ocurra dispararme. Como me dispares te doy un guantazo que te enteras.
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¡Tachán! Novecientos millones desaparecidos.
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La contorsionista aprendió todas esas posturas en el Kamasutra.
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–¿Cultivas tu memoria?
–¿Qué dices? ¿Qué quieres, que sea infeliz? Procuro cultivar el olvido.
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¿Y no se habla de la alienación filial?
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El motosierra no deja ver el bosque.
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LENGUAJE INCLUSIVO
El hombre y la mujer van junto y junta en el mismo coche.
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MATEO 5, 28
Me gustan los cuentos de Borges.
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SOSO
Hay que reducir la sal. ¿Hay que votar a Ángel Gabilondo?
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Su incontrolable afición por los viajecitos interplanetarios le llevó a sumergirse en el mundo de las drogas.
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Ahora tiene media ayudante.
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La princesa Aglaura mató al ogro. Lo que sucedió a continuación fue inevitable: la Federación Internacional de Caballeros Andantes la denunció por intrusismo profesional.
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La vida de mi abuelo fue dura. Estuvo en la guerra civil. Sobrevivió al campo de concentración. Pasó penurias. Se deslomó trabajando. Murió a los noventa años. Los últimos años estuvo en una residencia.  Yo iba a verlo una vez por semana. Me dio muchos consejos. Me dijo que me alejara de los abogados, que los evitara como la peste. Nunca debía empezar un pleito. Si lo empezaba, tenía que acabarlo cuanto antes. Si no podía acabarlo pronto, tenía que contratar al mejor abogado. Me contó que todos los abogados eran unos mentirosos…
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Él me regaló unos pendientes y yo me habría conformado con una caricia.
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–¿Cuándo te encontraste a ti mismo?
–Cuando me perdí en el bosque.
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NO PUEDE MÁS
Hace días que despertó a la Bella Durmiente y, desde entonces, el príncipe no pega ojo.
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Si un caníbal devora a un filósofo, ¿se puede decir que come carne ética?
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Era la última trenza. 
–Compartámosla –me propuso.
Le miré de arriba abajo.
–Toda para usted.
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–¿Qué ha dicho el viejo?
–Una sola palabra.
–¿Cuál?
–Urano.
–¿Sólo eso? 
–Sí.
–¿Y tú le preguntaste…?
–Sí, le pregunté que teníamos que hacer con ese rompebragas.
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MATEO 9, 43
El inquisidor hizo que le arrancaran sus seductores ojos a aquella bruja.
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Garantizamos que la robot dominátrix había sido programada para no obedecer ninguna de las tres leyes.
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–Casémonos –le dije.
Desapareció.
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Estaba preparando un Kamasutra anotado, pero se lastimó la espalda.
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El bosque le impedía ver los monstruos.
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Entró en la iglesia un martes, después de quince años. No estuvo mucho tiempo. Lo que tardó en arreglar el fluorescente roto.
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–Menelao, voy a convocar a todos los príncipes aqueos e iremos a rescatar a Helena.
–¿Rescatar a esa mala pécora? Que le den.
–Cállate, hermano. Aprovecharemos la oportunidad para saquear Troya.
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Se encontró el trébol un martes. ¡Qué suerte! Llevaba días sin comer nada.
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Le consolaba la idea de que su ciudad era infinita: a cada edificio le seguía otro; a cada manzana, otra. Un día, sin embargo, se equivocó de autobús. Comenzó a acongojarse cuando el vehículo atravesó una zona de casas bajas. Sintió horror cuando se adentró en el campo.
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A la mantis el coito le da hambre.
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La ley sólo permitía comer carne ética. Demostró que su defendido cumplió la ley: se había comido a un profesor de Filosofía.
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–¿Escapó?
–Del todo. Murió.
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EL COLMO
Cortaron el bosque de Fangorn para conseguir papel para imprimir El señor de los anillos.
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LA RAZÓN POR LA QUE SIGUE CON ÉL
Resiliencia.
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Le dije que todos los días me sobraba media barra de pan y que tenía que guardarla en el congelador, y le propuse compartirla. ¡Qué mirada de odio me echó Irene!
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Tose. No puede parar de toser. Se acaba el invierno. Florecen los almendros. Pronto lo harán los olivos. Llega la alergia. Regresa su hostilidad a primavera y sus ganas a verano.
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Siempre le había gustado la poesía. Es lo que más quería con toda su alma. Daría su vida por escribir un verso inolvidable. Convocó a la musa. Esperó y esperó, pero ésta no acudió. Concluyó que nunca sería un bardo inmortal. Se conformaría con ser microcuentista.
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Simule no reconocerlo.
–¿No me reconoces, Mălina? –me preguntó.
Se sentó en la cama y me miró de arriba abajo.
–Parece que no te va tan mal –me dijo–. ¿Estás ahorrando algún dinero?
Sacó un cigarrillo y se dispuso a encenderlo.
–No se puede fumar aquí –le dije.
Se guardó la cajetilla. 
–Tu madre y yo tuvimos que hacerlo. ¿Lo comprendes?
–Sabes que son cincuenta euros por media hora, ¿no?
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Entró en la iglesia un martes de camino al psiquiatra. Al cabo de diez minutos se sentía tan bien que regresó directo a casa.
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Titán enfrentó a Júpiter y lo derrotó. Luego mató al resto de los dioses. Finalmente, extenuado, se echó a descansar. Estaba tan exhausto que no pudo hacer nada contra aquellos malditos cristianos que se multiplicaban como setas.
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–Doctor Jung,  ¿qué es lo que le distanció del doctor Freud?
–Su ego.
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Miguel I (Zaragoza, 1498 - Lisboa, 1567). Rey de Castilla y Aragón en 1516, cuando murió  su abuelo Fernando el Católico, y de Portugal en 1521, cuando murió su padre Manuel I. También fue rey de territorios americanos y norteafricanos. Después de que Magallanes llegara a las islas Miguelinas, llamadas así en su nombre, y de que fueran conquistadas por López de Legazpi, de él se decía que en su Imperio no se ponía el sol. Fue sucedido por su hijo Manuel II.
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–Mi ex se cree san Pedro.
–¿Por qué lo dices?
–Porque me mandó al infierno.
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Hera está cansada: no puede seguir soportando las infidelidades de Zeus. ¿Qué hacer? ¡Claro! Siempre ha tenido la solución ahí delante. Tiene que hacerle lo que le hicieron a Urano. Hera coge una hoz.
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Entró en la iglesia un martes. Se sentía tan sola. Mientras murmuraba una oración, observó la talla de San Marcos. Necesitaba que alguien se ocupara de arreglarle la ropa.
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Se encontró el trébol un martes. Había crecido entre una grieta en el embaldosado. ¡Qué negligencia! Ordenó ejecutar al arquitecto real.
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–¿Por qué llamabas a tu ex la Leona?
–Porque siempre estaba haciendo dieta y le rugían las tripas.
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La feminista pensaba que la ley tenía que ser igual para todos los hombres.
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Ese día, no consigue escribir nada. Ni al día siguiente. Pero no se desanima: cada mañana, coge el bolígrafo y una hoja en blanco. Hasta que un día mira la mesa y, de repente, hay muchas más.
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No pensé que me darían muchos problemas porque no les doté de mucho cerebro. Vamos, que son medio tontos, sólo un poco más inteligentes que el resto de los animales. Pero las contrariedades que me han ocasionado son inenarrables. ¡Qué harto estoy de ellos! Pues bien, lo reconozco: cuando creé a los seres humanos, me equivoqué.
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EL COLMO
–¿Te gustaría parecerte a Bartleby?
–Preferiría no hacerlo.
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No tiene una cana en el pelo, pero sus cejas están entreveradas de canas.
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El conde empieza a temer que K. sospecha algo: todavía no se ha presentado en el castillo.
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Ortega y Gasset anda un poco desorientado. No sabe si ahora le toca escribir un artículo para Sur o para la Revista de Occidente.
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–¡Qué vergüenza! No han cumplido su programa.
–¿Te sorprendes?
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Entró en la iglesia un martes. Como había olvidado el mechero y la lata de gasolina, tuvo que rezar un poco.
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Cupido se ensañaba con él todos los sábados por la noche.
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Se encontró el trébol un martes y se alegró. Pero no era un trébol, sino un diente de león. Y tuvo la mala suerte de que sus vecinos se enteraran. Le denunciaron por tener descuidado el césped.
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No me gusta engañar a mi marido, así que le dije que iba a acostarme con el vecino del 4º B.