Los titanes del ingenio: “El conde de Rostopchín dejó escritas sus Memorias para que se publicaran a su muerte. Las escribió en diez minutos. Son deliciosas; contienen varios capítulos, de pocos renglones cada uno”.
–Mi robot tiene unas pesadillas terribles. Grita, chirría, no me deja dormir. ¿Qué puedo hacer?
–Desconectarlo por la noche.
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El sábado me peleé con mi mujer. Quedé segundo.
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Pues estaba limpiando una vieja lámpara cuando salió un genio.
–Pide un deseo –dijo.
–¡Cáspita! –exclamé.
Y me entendió mal. Debía ser duro de oído. En fin, ¿tiene o no champú anticaspa?
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Alfonso X era un misterio.
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–¿Qué te parece esos dos que están en la barra?
–Son bastante feos.
–Sí, pero ¿con cuál te quedarías?
–Con el de en medio.
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Sancho se quedó boquiabierto cuando vio al gigante atravesado por la lanza de don Quijote.
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HAMBRE
Platero era pequeño, peludo y suave, y su carne, tanto cocida como asada, nos supo deliciosa.
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Tuvo una magnífica idea en la ducha, justo antes de que se le cayera el jabón y resbalara.
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REQUERIMIENTO
Le preguntaron si era hombre, mujer o no binario. Como única respuesta, el bebé se echó a llorar.
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PRINCIPIO DE INDETERMINACIÓN DE HEISENBERG
Paqui ha tomado tres cañas. La cerveza le da flatulencia. Tiene ganas de liberar gases. Pero se aguanta, porque Fernando le ha cogido de las manos y le va a decir algo muy importante.
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Una novela es un bosque. Un cuento, un árbol. ¿Y un microrrelato?
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Adolf Hitler, el famoso pintor austriaco que vive en Múnich, ha dejado a propios y extraños sorprendidos. En su última exposición, presenta cuadros abstractos.
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NUNCA ES TARDE
–Siento que me reprochas algo. ¿Es que no he sido una buena madre?
–No recuerdo que me abrazaras nunca, jamás.
Y María Luisa, de 89 años, abraza a Fermín, de 62.
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Chuang Tzu advierte que otros filósofos murmuran a sus espaldas. Le llaman mariposón.
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Vi por la mirilla como el repartidor le entregaba el ramo de peonías que le había comprado. Una semana después, ella, sin duda, vio por la mirilla como me entregaban la denuncia por acoso.
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–Admiraba a Aníbal.
–Entonces, no me extraña que fuera derrotado.
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Todas las mañanas, antes de que la conduzcan a la fábrica de caucho sintético de Auschwitz, Elise finge que está delante de un espejo y que se pinta los labios.
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–Hasta pronto –dijo.
Pero nadie le escuchó. Así que, cuando advirtieron que no estaba, le acusaron de despedirse a la francesa.
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–¿Por qué no saliste del armario?
–Porque no se podía abrir por dentro.
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Sor Passo se convirtió en abadesa.
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–¿Qué quería, señorita Samsa?
–Insecticida.
–¿Un bote?
–No sé si será suficiente.
–¿Dos?
–¿Podría darme cien?
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Sor Bete era una monje muy dulce.
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Edipo trata de explicarle a su psicoanalista que si se casó con su madre no fue por amor, sino por interés.
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En las escuelas de niños vampiros, la letra no entra con sangre.
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Dios se aburre tanto que ha empezado a jugar a los dados.
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–¿Qué te pareció la cafetería vegana que te recomendé?
–Horrible. No volveré más.
–¿No? ¿Qué pasó?
–Me ofrecieron unas galletitas con forma de dinosaurio.
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EL COLMO
El torero manseaba en tablas.
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–Te quiero –le dijo el traficante de esclavos.
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–Majestad, en tres movimientos le haré jaque mate.
–¿Quieres tablas?
–Por supuesto, majestad.
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–Hoy voy a tener que oír a mi marido.
–¿Por qué?
–Tenemos pescado.
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Mira, Anabel. No me importa que quieras tener dos perros, tres gatos y cinco canarios. Lo que no entiendo es por qué te empeñas en que sigamos viviendo en este piso de cincuenta metros cuadrados.
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Repentinamente, un genio salió de la vieja lámpara y dijo:
–Pide un deseo.
–¡Atiza!
Y el genio le atizó de lo lindo.
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Era tan buena que fingía los multiorgasmos.
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Edipo no mató a su padre, sino a un hombre con el que tuvo una discusión. No se casó con su madre, sino con la reina de Tebas.
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–¿Y tú a qué te dedicas?
–Soy un cazavampiros.
–Nunca he visto a un vampiro.
–Soy bueno, ¿eh?
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Aquel guapo cardiólogo me provocó una taquicardia.
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Informamos a los marcianos que, debido al cierre perimetral, no podían invadirnos.
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Sor Dina no grita.
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La cisterna pierde agua. ¿Vas a arreglarla o llamo a ese guapo fontanero que vino el otro día a arreglar el grifo del lavabo?
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Se realizaron las oposiciones de Secundaria en la especialidad de Filosofía. Sócrates suspendió: no sabía nada.
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–El amo me ha dicho que te cuide. ¿Quieres dibujar algo? ¿Un círculo?
–No tengo compás.
–¿Una luciérnaga?
–No sé.
–Toma. Un espejo. Haz un autorretrato.
–No veo nada.
–Ah, claro. Lo olvidé. Deja ese llanto amargo y dibújame a mí.
–Pero es que eres tan feo, Renfield.
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Encontré una víbora medio muerta de frío. La llevé a casa y crucé los dedos para que no hubiera leído a Esopo.
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–¿Te ponía?
–Sí. Los cuernos.
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Cansado de que nadie le aplaudiera, Metternich puso un fin abrupto al concierto.
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LÓGICO
Me acosté con un microcuentista que me provocó un miniorgasmo.
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–Te quiero, Pilar, te quiero.
–Pues me puedes tener por 300 euros la hora o por 500 euros dos horas.
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EL COLMO
El capitán del Titanic fue acusado de un delito contra los recursos naturales y el medio ambiente.
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La última composición de Karlheinz Stockhausen, Sin orden ni concierto, fue todo un éxito.
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–¡Qué mono es Pedro Sánchez!
–Sí, sí que es guapo.
–No. He dicho que es mono porque siempre se va por las ramas.
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Se conocieron por Instagram. Chatearon por WhatsApp. Compartieron su boda por Facebook. No aguantaron ni un día juntos. Ahora no paran de lanzarse pullitas por Twitter.
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Hitler nombró a Rommel comandante del Sexto Ejército. Cuando acabó la guerra, le regaló una finca de miles hectáreas a orillas del Dniéper.
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Después de todo, Darwin estaba equivocado: el hombre no descendía del mono.
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¿Que por qué nos fue mal? Te lo voy a explicar: yo quería un concierto de piano, pero ella prefería uno de violín.
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Dejó a la novia plantada en el altar. Y ganó la apuesta a sus amigos, pero perdió la tranquilidad.
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Regresaron de la mina y se dieron cuenta de que ella no había hecho nada. El suelo no estaba barrido. Las camas estaban sin hacer. La comida no estaba lista.
–Pero ¿qué has hecho toda la mañana?
–¿Qué voy a hacer? Nada. Recordad que soy una princesa.
Enfadados, los siete enanitos le pidieron a Blancanieves que se marchara.
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No te lo vas a creer, tía: tuve un orgasmo cuando estaba fingiendo el orgasmo.
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To trump:
Inventar una falsa historia para engañar a alguien.
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Dime quién eres y te diré con quién debes andar.
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EL COLMO
Fingía los multiorgasmos.
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Su vida en Inglaterra había naufragado. Decidió empezar de nuevo en América. Se embarcó en el Titanic.
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–Soy el genio de la lámpara. Pide un deseo.
–¡Sapristi!
–No sé lo que es un sapristi.
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MALENTENDIDO
Felipe II creyó que la princesa de Éboli le había guiñado el ojo.
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–Te odio.
–No será para tanto.
–Te odio hasta tal punto que, si me ofrecieras veneno, me lo bebería.
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El matrimonio de Edipo no fue por amor, sino por interés.
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El psicoanalista se llevó un disgusto cuando le dije que todos mis sueños estaban muertos.
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Se me cayó el alma a los pies. Decidí dejarla allí tirada.
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Vivir allí era tan aburrido que no dudó ni por un instante cuando ella le ofreció la fruta prohibida.
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POBRE
–Soy el genio de la lámpara. Pide un deseo.
–¡Rayos!