Contempló la mancha marrón. Los restos que flotaban en el agua semejaban una atroz criatura alienígena. Se quedó observando aquello durante un rato. Por fin, echó el agua de la cisterna, pero la porcelana no volvió a su natural blancura. Los restos se habían secado, no se irían tan fácilmente. Mientras orinaba, pensó en quién podía haberlo hecho. Quizá Mauricio, siempre tan descuidado. O tal vez Raúl, con sus prisas: lo hizo tan rápido que no se había parado en darle a la cisterna. Por un momento pensó que, si alguien le veía salir y luego descubría aquello, le echaría la culpa. Una vez más sería considerado responsable. Tenía que limpiarlo.
Le dio una vez más al agua y restregó la mancha con la escobilla. Tuvo que hacerlo tres veces hasta que el inodoro quedó limpio. Antes de terminar, cogió un trozo de papel y limpio los bordes. Quedó complacido con el resultado.
2º Accésit del II Concurso de Microrrelatos Musa Cafeína