sábado, 17 de junio de 2017

El aficionado

Antes de sentirse preparado, leyó decenas de libros y manuales, compró herramientas –todas las que consideró necesarias e imprescindibles para la gesta que iba a emprender–, visionó decenas de vídeos en YouTube. Por fin, un día, se atrevió a levantar la tapa de la cisterna. Milagrosamente, después de afanarse toda la tarde, logró arreglarla. Que continuara escapándose un casi imperceptible hilillo de agua no hizo menos extraordinaria su hazaña.